La retribución es la cantidad de dinero u otros bienes que el trabajador recibe por parte de la empresa a cambio del trabajo realizado. Esta retribución puede percibirse de diferentes formas (fijo, variable, mixto…).
Cuando hablamos de sistemas de retribución variable, hacemos referencia a los sistemas de gestión integral de las personas dentro de la organización.
La aplicación de políticas de retribución variable supone la humanización de la organización. Cuando una organización implanta un sistema de retribución variable contempla a la persona como el elemento principal a nivel organizativo, sobre todo a la hora de obtener resultados excelentes. Una organización implanta un sistema de retribución variable porque sabe y conoce que sus resultados dependen fundamentalmente de sus trabajadores.
El sistema de retribución variable se ha diseñado de modo que su abono esté vinculado a la obtención previa de determinados objetivos individuales y colectivos ligados a los resultados de la empresa, y puede variar en función del rendimiento y desempeño por parte del trabajador.
La implantación de un sistema de retribución variable repercute en la motivación de los empleados y en el sentimiento de identidad que comparten con la organización. Por ello es fundamental y así lo consideramos en Seabery, crear objetivos que dependan fundamentalmente del esfuerzo del trabajador y a la vez hacer mucho más atractiva la consecución de los objetivos que se proponen. Lo que intentamos, a través de la implementación de un sistema de retribución variable, es incentivar los comportamientos más allá de los resultados, porque lo que realmente nos importa es que cada uno de los trabajadores de nuestra organización haga lo que sabe hacer de la mejor forma y reconocer la diferenciación, la excelencia y retener el talento humano.